I
El tiempo nos cambió la voz y las palabras,
hasta la mirada tuvimos de nuevo que aprenderla
para conocer el alcance de los gestos.
Beber de nuevas fuentes
donde encharcar de miel los ojos,
para colmar nuestros ahítos
de antigua sed y de ternura.
II
El tiempo es un telón cosido al viento que
deletrea nuestro nombre hasta aprenderlo,
luego sin consideración..
lo olvida.
III
Adiestramos nuestros días,
en un enjambre de hartazgos displicentes,
extirpamos el tiempo
descolgando horas caducas,
sin darnos cuenta..
solo el reloj
sobrevivía.
IV
Maldito tiempo sin horas
que se acumula en la mente desangrada,
el reloj grazna sus horas como un tirano febril.
Sus tic-tac,
se desprenden como pétalos marchitos,
irremediablemente
vencidos.
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