Viajo incansable entre retazos de lluvia
y restos de sombras pegados en mi almohada,
con las manos enguantadas en milagros
y la voluntad diseminada entre los dedos.
Despojada de inocencia,
con la incertidumbre instalada en los talones,
desdoblo la soledad sobreviviendo al borde de la piel.
(Que no se note que tiemblo)
Cuando el ruido se acentúa entre las sabanas
y se talla la inquietud en marejadas,
me desnudo de mí,
olvido la cordura y me ausento,
quedando irremediablemente colgada en los aleros.
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